domingo, 7 de noviembre de 2010

El buen político

Las cualidades morales como la honestidad, la compasión, el respeto absoluto por las normas, por la vida o por la honra, suelen ser un estorbo para el político en la medida en que se encuentra en pugna con otros que buscan el poder y están dispuestos a lo que sea para obtenerlo. Apegarse a dichas cualidades siempre y en todo caso no es conveniente para él, pues no sólo puede terminar por fuera del poder sino representarle además la muerte. ¿Qué busca, sin embargo, con el poder?, ¿por qué lo quiere? No es sólo una cuestión de dinero... Por supuesto, está el interés personal de ejercer el poder y de sentir satisfacción en ese ejercicio. También hay políticos más interesados en el dinero que en cualquier otra cosa (esos son más que nada negociantes). Pero para el político de verdad el dinero es un aspecto, es como el músculo al hueso, es un instrumento para la acción pero no es el fin en sí mismo. El político real se goza el poder. Se sabe un león entre leones hambrientos, todos rugiendo, exigiendo su parte, pero al tiempo todos cautelosos; el más poderoso tiene que saber concertar con ellos, saberse ganar aliados clave no sólo para ganar el poder, sino para conservarlo y perpetuarlo. Sin embargo, lo que sea que concerte con ellos tendrá consecuencias en las demás esferas, en la cadena de jerarquías y de redes que se extienden por todo el sistema social hasta la base. El político hábil sabe mantener a las masas contentas, les crea la ilusión de que las cosas están bien, de que todo va mejor, de que van por donde es. Pero también sabe mantener contenta a la manada de leones. Y estos no se contentan con ilusiones porque no creen en ellas y porque también son expertos en fabricarlas y han aprendido a intuirlas en el oponente para evitar caer bajo su yugo. A esos leones sólo se les tiene contentos con poder o con dinero. El buen político, es decir, el político hábil es como un equilibrista que por un lado tiene que lidiar con otros poderes: gremios, sindicatos, medios, mafias, pero también con la percepción que de él tiene la sociedad. Partiendo de esa base, pueden luego derivarse las variedades de político: los que tienen sensibilidad social, los que no (aunque públicamente no lo confiesen); los que consideran que la concertación con los poderosos tiene que también representar un beneficio para los demás; los que consideran que lo único importante es la concertación con los poderosos y que lo bueno que de ello se derive para el resto es un efecto colateral de esas negociaciones, mientras que lo malo se puede paliar con ilusionismo. También los hay con visión y sin visión, los que tienden a conservar y los que quieren cambiarlo todo; los que son más negociantes que políticos y los que son más políticos que negociantes. Sus acciones serán valoradas de múltiples formas, pero algo es seguro: todos serán evaluados por su capacidad para mantenerse y vencer la resistencia de sus opositores (el tiempo en el poder y los alcances de ese poder son dos criterios para medir la cantidad de poder). El otro factor, tiene que ver con los resultados, con los objetivos alcanzados, mejor dicho, con lo que se hizo con ese poder. Cómo se valoren los resultados depende de preconcepciones sobre el progreso, el estado de bienestar, la estabilidad, el orden y la seguridad que subyacen en los pueblos; a esto llamo la calidad del poder (y su percepción puede cambiar con el tiempo). Ambos elementos: cantidad más calidad, son los criterios con los que la historia juzga a los gobernantes... Eso es lo que los hace buenos o malos políticos y no sus cualidades morales.

2 comentarios:

flaminioalvarez@yahoo.com.co dijo...

no hay politicos ni malos ni buenos con filosofias malas ni buenas ni si son de buena familia o de terriblers familias, ya que la decision de que alguien sea gobernante es la decision de un pueblo que de acuerdo a su cultura, a su estudio y a su calidad de criterio de ese mismo principio se escogera gobernante, ayudame a que casanare y yopal esten direccionados por gobernantes que fueron admitidos por un pueblo critico, reflexivo y que nunca piense que un politico le va a arreglar su situacion mental o espiritual frente a LAS COSAS DE LA MISMA VIDA. GERMAN BUENO EL ARTICULO PARA DEBATIRLO.

Anónimo dijo...

Respetable profe Flaminio pero Decir que algo no es bueno o malo por ser elegido por una comunidad es bastante irónico, lo que lo hace bueno o malo es su propio comportamiento independientemente de sí fue elegido o de quien lo eligió.